miércoles, 5 de octubre de 2011

Y vos.. ( Aquelada y transeunte)

Se pierden cosas, como una moneda dentro de la casa. O el silencio de los pájaros en una tarde bulliciosa y naranja. Se pierden también las estancias de lo sucinto del sol en el brillo de los ojos que aman y extrañan. La grave luz dando magia a una vidriera con zapatos. (Río en esta parte; ya sabes que río de cualquier cosa) . Y sin embargo no se a perdido el aroma de tus cabellos en mi cama aun habiendo entregado al zaguán de mis lavados las sabanas de mis memorias.

Y te escucho de vez en cuando en algún sueño, ha de ser que me encanta escucharte. Me gusta pensar que te haya gustado y me hallas dedicado algún maldito poema; pero advierto que no, en vez; solo me dejaste la manía de querer los labios lastimados por el frío y la cerveza. De anhelar el frío al caminar y la sonrisa al hacer el amor (por no decir el arte).

He pensado también en ir a buscarte y parado frente a tu balcón decapitar rosas para que no sufran el invierno, invitarte a cada libro de cada estante de cada librería de toda Av. Corrientes, herir de vida a las hermosas pavas del aquel café ¨Gato Negro¨ donde el té de canela y miel se parecía a tus gesellianas hermosas manos. Somnolientas y líquidas. Arrancar de cuajo el banquete de madera en el paseito de los ¨restos¨ cubanos, o por último regalarte algún Gladiolo, alguna Crasula o un sencillo manojito de Buganvillas migrantes.

Pero, serán las noches uruguayas que a lejos nos susurran nostalgias de martes que jamás vieron; la ¨por ahora¨ solida razón del ¨por que no¨ he ido a tu encuentro siquiera por sms. Pues claro, mi orgullo felino puede mas que mi hambre de can mal herido. Ayer mate a dos vinos ( uno Syrah y el otro Cabernet ) y sus ultimas gotas fueron: ¡Ve a buscarla! Y a no ser por la fuerza de Morfeo o mi reciente praxis de Platón, hubiera cumplido el deseo de estos dos moribundos tanos, silvestres y violacios.

Uno puede comprarse un paraguas de lunares blancos y fondo verde, evitar así la fémina lluvia y yo por decir algo haré como el invierno. Es decir pasare sin mas ni gloria y sin embargo volveré a tu vida desde muchos rumbos y algunas voces, para anunciar la primavera y sus tantas galas, las flores y todos sus aromas; su modoso color respiro.

Y vos, aquelada y transeúnte.

Me regalaras una tarde o una noche (da igual) o mejor aun, un amanecer nublado donde el sol se sepa un dios antiguo adorando a un Dios mas antiguo tras todas esas nubes no celestes. Después de todo. Se encuentran cosas. Como una moneda dentro de una casa o el canto de las aves en una tarde silenciosa y bellamente azul.

A Ashelem, mardi 26 juillet 2011

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