Ojos cerrados,
piernas abiertas;
su unico lunar cosechando miradas
en la yugular belleza
aromada de su edad.
¿Quién la sostendrá,
como se sostiene una ostia
o quiza una mustia blanca musa?
Son sus labios,
un cementerio adornado de rosas rosas;
dos cogines de Jaque
sin atuendo en su harén;
paralelas curvilineas de miel.
Si de pie:
mi Venus rodeada de albaca y canela.
Cuando sentada:
Atelier silencioso antipodas del dolor,
sus dedos son epílogo,
breve desiderata en mis guedejas al sol.