miércoles, 5 de octubre de 2011

Manifiesto del frío en Baires.

Cuantos termos me he bajado en este amanecer lacerado de silencios. Todos duermen en la casa. El olor a pan se adentra en cuclillas por mi balcón, aromando los rincones de mañanas y recuerdos. Mis palabras gastadas danzan sobre el teclado taciturno, eclécticamente van sugiriendo una vaga idea sobre algún tipo de sentimiento adormecido en el verso.

La manera en que come la bandera,
el modo en que se enamora una taza.
El simple y griego hecho
de un celular sin crédito.

La alergia al microondas,
y por estos días
la filia a probar el aliento
del insomnio temprano.

Muy a pesar de ello, la poesía me besa la boca como una fría noche de Junio, sin encontrar motivo alguno, va sembrando en los huesos de Isolda los dedos carbunclos de Tristán. Son memorias cortas de 1 Giga que no hacen más que llevarse la brizna pronta de la muerte.


Y este Baires con su invierno sin caracoles,
este eclipse asesinando caballos.
Y estos dedos tuyos
flameando cual grímpolas y flámulas.

¡Rumbo al mar!

Y estos fantasmas a medio vestir,
que van cebando el mate.
Numerosos como una protesta estudiantil.
Cumplidores de su misión como un URL o Java,
¡ Son estos!
Los que se han sentado a luz de mi prosa.


Pasmo al enfrentarme a la vital posibilidad de ser esta mi finanza: ¨ Buen jubón tengo en Francia ¨ por no decir – poesía con mucho amor al arte – pues ¿Quién se afeita con las lilas o come los correos electrónicos? Somos una raza nacida en invierno y criada en primavera. Eso somos los poetas. De Adán a Rimbaud, de Eurípides a Machado, de David hasta Pizarnik. Desde Gilgamesh al manifiesto escrito en las latas de cerveza Boris (¨Je vais où je veux car il n´y a que la liberté pour guider mes pas et mes pensées. Je n'ai pas peur. Mes valeurs sont celles d'une génération qui veut garder le contrôle sur sa vie et son avenir. Je n´obéirai toujours qu´à un seul drapeau: le mien.¨) Pasando por el Ramayana y el Mahabarata. Del manuscrito de Huarochirí a los Heraldos negros. ¡De esta vida mía de aleluya hasta que se enrollen los cielos! De todo esto blasfemamos y alabamos los poetas.


¡Oh! Ángel mentiroso,
gen del siglo más incierto.
¡Contad ya en vuestra prieta aljaba;
los dones que vais a disparar!
Pues nunca la vida es más peligrosa
que cuando esta vacía la vacante de poeta.

Y vosotros mortales, hijos de la hora próxima,
Procurad haceros amigos de algún poeta.
¨ De la última inocencia;
de algún pájaro profeta ¨
Que grite con frenesí en el crisol de su mirada:
¡Señor! ¡Arroja los Black Berry de mi sangre!

Se acabo el agua en el matero, el sol acribilla mi persiana dando paso a su luz matinal, diáfana se posa a los pies del Jesús colgado en la pared; también se adentran los ruidos y las voces; los aullidos de los autos y aquel choque seco, epílogo del grito de la puerta de un ascensor cerrado. La luz sigue avanzando como una extraña, bella y delicada criatura con balerinas. Miro al reloj y es medio día. Estoy conciente del nombre que llevo, pues ya pase el sexto octeto de mi vida. ¡¿Qué esperad?! ¡¿Qué esperad?! Poetas.

Brau Mauró. Baires 29 de un mes frio. 2011

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