lunes, 8 de octubre de 2007

ruta 8

¿Quien dijera que el canto de anacondas, es oraculo infalible de lluvia amazonica? Pues tal como el cielo pare lluvia por la tarde antes de que el sol se unda en el horizonte de naranjas y rojos, tu piel acopia multitudes de colores tostados y canelas. Muy parejos por los hombros pecosos y aveces lunarejos se acurruca el calorcito para quedarse dormido con el silencio de los grillos y sus violines. De pronto desde la penumbra arremete, con aterciopelado negro, una pantera que en las contrastantes fauses trae un poema inherte, un bocado leido, una frase mordida, quiza una chispa de vida. Empero es singular la forma en que la noche se viste de alegria, pues ¿Quien dijera que en tan ebana manta, se esparcen por puñados los astros titilantes?, deves estar dormida, junto a tu perfume enredado en la cabellera que sostiene tus sueños, con los ojos cerrados debes de estar viendo parajes inimaginados, escuchando sonidos insospechados, todo dentro de un mundo por de mas bizarro. Y si de oleaje marino se trata, invoquemos con cantos bemoles a delfines juguetones que inquietos persigan nuestra ruta hacia el sol poniente, que estos seres cetaceos, forjen surcos acuaticos, para nuestras pisadas ligeras y nuestros amores vientos............

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